domingo, 29 de mayo de 2011

P.I.I.G.S on the wing

Hace muchos años hubo un loteo de tierras en un lugar muy lejano. La familia de un buen amigo mio se hizo poseedora de una fracción. Era algo así como un barrio cerrado, pero sin esa figura actual.
La cuestión es que uno de los vecinos construyó rápidamente y su casa parecía una mansión al lado de las demás. Durante muchos años todo funcionaba bastante bien. Me contaba mi amigo que su bisabuelo, tuvo un problema con varios vecinos y vió como su mansión se venía abajo. Luego de mucho trabajo (y mucha ayuda) pudo reconstruir su lugar. Sin embargo, su abuelo (que no estaba muy bien) hizo algunas cosas malas en su gran casa (aunque la hizo mucho más grande) y, rápidamente, quedó en la ruina. Hubo algunas peleas entre vecinos y la casa se dividió en dos... Muchos años más tarde, se resolvieron las diferencias y su familia pudo estar unida nuevamente. La unión no se hizo de la noche a la mañana, sino que, por el contrario, llevó muchos años poder conciliar las diferencias de esas familias nuevamente. De allí en más, eran referentes en la zona.
No hace muchos años, un grupo de vecinos (quizás envidiosos, quizás para cuidarse o quizás para ser un grupo representativo dentro de la localidad) decidió cercar el barrio.
Parecía que el costo de oportunidad de encerrarse sería bastante bajo como para correr ese riesgo.
Para el vecino de la mansión, sería una oportunidad para demostrar su poder y para los vecinos más pobres, sería una oportunidad de disfrutar los beneficios de estar dentro del cerco.
Al principio, los beneficios era muchos y para todos. Su barrio fue vitoriado como el sucesor de ese gran barrio del otro lado de la avenida...
Pero, como en todos los barrios cerrados, comenzaron los problemas. Parecía que algunos vecinos no eran tan trabajadores como el dueño de la mansión y sus jefes de familia disfrutaban de los beneficios de pertenecer sin preocuparse por el futuro de sus hijos.
Sin embargo, luego algunos años de bonanza e irresponsabilidad, los inconvenientes se hicieron mucho más graves, aún cuando algunos familiares y amigos del vecino de la mansión advertían a los vecinos de la gravedad de sus hechos.
A los problemas que me contaba mi amigo se sumó uno mayor. Los vecinos que hoy conocemos como "nuevos ricos" en Argentina, aceptaron gustosos una forma de vida que no podían llevar a cabo. El mainstream era confuso (o no, eso lo veremos) y los bancos "pensando" en el vecino de la mansión (algo así como un agente representativo) decidieron prestarle a todos los vecinos a la misma tasa de interés que a éste. De esta forma, con créditos baratos, los nuevos vecinos del barrio creyeron estar en el cielo. Gastaban más de lo que ganaban, pero eso no importaba. Mantener el barrio siempre sería una prioridad y, cualquier problema de fondos, podía ser resuelta por la comisión que llevaba adelante las finanzas del barrio. Muchos mejoraron sus casas y quisieron reproducir aquella primera y gran mansión, mejoraron su jardín, compraron más y mejores juguetes para sus hijos, etc. Nunca, o casi nunca, fue oída la voz del consejo que quería limitar la bonanza de los nuevos vecinos. Era una fiesta y todos estaban invitados.
Como era de esperar, toda la irresponsabilidad tiene un límite y, el más pobre de los nuevos ricos comenzó a tener problemas para pagar sus deudas. Como "buenos vecinos", los miembros del consejo decidieron prestarle fondos para poder pagar sus cuentas, comprar la comida de sus hijos, pagar el colegio,etc. La condición era que este vecino debía reducir sus gastos porque sus ingresos no eran los suficientes para cubrirlos. Intencionalmente o no, nuevos vecinos comenzaron a tener problemas para pagar sus deudas (es un tema de Riesgo Moral, que analizaremos en otro post). Nuevamente, el consejo destinó fondos a ellos bajo la misma condición.
El clima en el barrio comenzó a cambiar. Ya no había fiestas los fines de semana y muchos vecinos comenzaron a mirarse con recelo. Lo único que los consolaba era saber que al barrio del otro lado de la avenida las cosas tampoco le iban tan bien. Cualquiera sea la causa, dejaron de saludarse entre ellos, comenzaron los comentarios por lo bajo (como cualquier barrio) y las divisiones ya eran públicas. Sin embargo, había que mantener el barrio a cualquier precio....

Hace unos días me volví a cruzar con mi amigo y me contó las nuevas novedades del barrio: El más pobre de los ricos tiene problemas de nuevo (se rumorea que es un adicto que nunca va a recuperarse) y los hijos de otro vecino comenzaron a quejarse porque no les cambian los juguetes ni les compran las zapatillas que tienen sus amigos de la mansión.
Parece que el dueño de la mansión le está soltando la mano a todos los "nuevos ricos" porque no ve que se hayan preocupado después del préstamo que les dio el consejo del barrio.
Mi amigo siempre fue escéptico con la creación de este barrio. No por discriminador, pero sabía que no era un lugar ideal para hacer un barrio... En fin, esas son otras historias...

Antes de irse y saludarme afectuosamente, me dijo dos cosas:

- El hombre de la mansión y su famila son amantes de The Rolling Stones, sobre todo de su disco Let it bleed.
- Por el contrario, alguno de los vecinos más afectados tararean las letras de Pigs on the wing de Pink Floyd.

Espero encontrarlo pronto. Me interesé como una vieja de barrio sobre las novedades.

Saludos.
E.-

viernes, 27 de mayo de 2011

Periodismo oficialista: El oficio mejor pago del mundo?

Hace unas horas, me encontraba webeando hasta que, sin quererlo, me topé con el blog del periodista Orlando Barone. Debo confesar que no lo conocía hasta que lo vi como panelista en el programa 678.
Antes de continuar debo advertir: no soy oficialista. Hecha la aclaración, continuamos a bingo.
No tiene mucho sentido que refleje algunas de las cuestiones por él abordadas en sus post pre-2011 (aunque reconozco haberlos leído). Sin embargo, a efectos prácticos, bastará con que les diga que el Sr. Orlando Barone es un periodista oficialista. No es una novedad, pero el lector incrédulo puede comprobarlo por si mismo.
Realmente, no me modifica en nada si es o no oficialista. Por suerte, tengo mi opinión bien formada y no necesito ver 678 ni A dos voces para definir mis posiciones ideológicas. Sin embargo, a veces los veo. ¿Por qué habría de verlos si mis intereses rondan los temas económicos – para lo cual me preparé durante años – y ellos no saben absolutamente nada de economía? Bueno, porque en realidad está presente esa tendencia autodestructiva que nos caracteriza como seres humanos. Sería una pregunta retórica, algo así como: ¿Por qué sigo fumando si se que me voy a morir?... En fin, cuestiones que no tienen mucha explicación o, si la tienen, están fuera de mi alcance. De cualquier forma, hay algo que me hace ruido con Barone. Es algo que no me preocupa con Bonelli, por ejemplo. El motivo es que Barone no aparenta saber de economía. Simplemente no sabe, y él lo sabe. Pero lo respeto porque sabe de literatura y me gusta su forma de escribir (aunque no comparta muchos de sus contenidos).
Recibí con gran alegría que está escribiendo un libro. Seguramente, vaya a leerlo. O quizás no.
“…Porque la profesión misma es mercenaria…” arroja en parte del fragmento. Y eso me tienta. Porque lo bueno (y lo malo) es que habla de sus pares. Pero no de sus pares de 678, sino de sus pares de enfrente. ¿Será una confesión? Lo dudo y, seguramente, esa duda me hará comprar su libro. O quizás no. Además, “…A más y mejor paga más y mejor entusiasmo…” Realmente, estoy muy tentado en preguntarle a Orlando si esa afirmación lo caracteriza. Y la verdad, tengo opiniones encontradas:

1-       Pienso que si, porque defiende un modelo a capa y espada, contra todo y contra todos.
2-       Pienso que no, porque ante el primer escollo que encontró en su programa, se quedó titubeando y sin habla (aunque le respondió con la palabra en el blog).

No debería importarme cuánto cobra Barone, como tampoco debería importarme cuánto cobra Bonelli. La diferencia es que a Bonelli le paga la Corporación (como a él le gusta llamarla) y a Barone le pagamos todos. Si es como rumorean por ahí, mi querido Orlando, deberías tener un poco de dignidad y hacer un paso al costado. Aunque quizás no. Te quiero donde estás, y el principal motivo es que me resulta beneficioso. El costo de oportunidad de no tenerte para mi es muy alto. Te lo explico simple:
El costo es que te tengo y me salís bastante caro (según dicen), pero si no te tuviera, quizás me saldrías más caro. Porque si no te tuviera, seguramente me tiente comprar tu libro. O quizás no. O espere como enamorado algún post en tu blog. Y si te tengo que buscar para leerte sería un costo. Porque mi tiempo vale. O quizás no. Ya no encuentro la diferencia entre tenerte o no tenerte.
Pienso que al escribir estas líneas te estoy sobrevaluando… O quizás no.

miércoles, 25 de mayo de 2011

No tengo suerte...

Algunos tienen el privilegio que se concede en el video... Otros, como yo, tenemos que leerlo de un libro y asistir a unas clases de un pseudo francés que volvió a Argentina por el programa Raices... Lo peor de todo, es que nunca lo entendió. Vamos profe, mire el video!


Como dice el Sr. Burns: Peldaño a peldaño Monty...

Saludos,
E.-
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